lunes, 29 de octubre de 2012

FILOSOFOS

Filósofos Presocráticos




Alcmeón de Crotona (siglo VI a. C.) fue un filósofo Pitagórico dedicado a la medicina.
El único pensador itálico entre Pitágoras y Parménides, de cuyas opiniones tenemos testimonios suficientes como para justificar su estudio, es Alcmeón de Crotona el cual tendría su apogeo a comienzos del siglo V a. de C. Sabemos que era dualista y que tuvo algún tipo de contacto con Pitágoras.
Se centró en el origen y proceso de las sensaciones siendo de su creación la tabla pitagórica de las oposiciones (dulce/amargo, blanco/negro, grande/pequeño) que ponía en relación sensaciones, colores y magnitudes. Otra de sus contribuciones fue la elaboración de una teoría que suponía el alma inmortal y en continuo movimiento circular. Alcmeón atribuyó la tenencia de alma tanto a los hombres como a los astros, e identificó la armonía con una ley universal.
Alcmeón fue, como los pitagóricos, un dualista. Lo que sucede es que mientras éstos reconocían como principios primarios a unos pares particulares de opuestos ( limite-ilimitado ), Alcmeón, afirma simplemente que la oposición era fundamental sin especificar ningún par o pares primarios. En este contexto, su teoría de la salud, es quien mejor ilustra su dualismo.
El gran descubrimiento del genial Alcmeón de Crotona de que el cerebro era el sitio de la conciencia, de las sensaciones y del entendimiento, en otras palabras, del conjunto de la vida psíquica, llevaba implícita la idea que toda enfermedad mental y también la epilepsia, dependía de una enfermedad del cerebro. El cerebro regía todo el cuerpo, era el órgano central de toda la actividad humana tanto psíquica como corporal; en él terminaban los nervios y en él estaba el centro de toda la vida psíquica. A él debíamos nuestras sensaciones y pensamientos. El cerebro llevaba a la conciencia las sensaciones que los nervios traían desde los órganos sensoriales.
 





                                                                                                                                                Anaximandro de Mileto

Fue un filósofo jonio considerado el primer científico, al usar la experimentación como método demostrativo. Nació hacia el año 610 a. C. en la ciudad jonia de Mileto (Asia Menor) y murió aproximadamente en el 546 a. C. Discípulo y continuador de Tales, compañero y maestro de Anaxímenes; se le atribuye sólo un libro, que es sobre la naturaleza, pero su palabra llega a la actualidad mediante comentarios doxográficos de otros autores. Se le atribuye también un mapa terrestre, la medición de los solsticios y equinoccios por medio de un gnomon, trabajos para determinar la distancia y tamaño de las estrellas y la afirmación de que la Tierra es cilíndrica y ocupa el centro del Universo.
La respuesta dada por Anaximandro a la cuestión del arché puede considerarse un paso adelante respecto a Tales (del que Anaximandro probablemente fue discípulo). El arché es ahora lo ápeiron (de a: partícula privativa; y peras:, ‘límite, perímetro’), es decir, lo indeterminado, lo ilimitado, que es precisamente, según hemos dicho, el concepto de lo que vamos buscando. Lo que es principio de determinación de toda realidad ha de ser indeterminado, y precisamente ápeiron designa de manera abstracta esta cualidad. Lo ápeiron es eterno, siempre activo y semoviente. Esta sustancia, que Anaximandro concibe como algo material, es «lo divino» que da origen a todo.
Su pensamiento se centra en que el principio de todas las cosas es ápeiron(sin límites, sin definición), es decir, lo indefinido, lo indeterminado. Este ápeiron es inmortal e indestructible, ingénito e imperecedero, pero que de él se engendran todas las cosas. Todo sale y todo vuelve al ápeiron según un ciclo necesario. De él se separan las sustancias opuestas entre sí en el mundo y, cuando prevalece la una sobre la otra, se produce una reacción que restablece el equilibrio según la necesidad, pues se pagan mutua pena y retribución por su injusticia según la disposición del tiempo.






                                                        Anaxímenes de Mileto

585 a. C. – 524 a. C. fue un filósofo griego. Nació en Mileto, hijo de Eurístrato. Fue discípulo de Tales de Mileto y compañero de Anaximandro, coincidiendo con él en que el principio de todas las cosas (y también el substrato que permanece invariable ante todos los cambios y el fin, o "telos" al que todo vuelve) arché es infinito; aunque, a diferencia del ápeiron de su mentor, nos habla de un elemento concreto: el aire. Esta sustancia, afirmaba, se transforma en las demás cosas a través de la rarefacción y la condensación. La rarefacción genera el fuego, mientras que la condensación el viento, las nubes, el agua, la tierra y las piedras; a partir de estas sustancias se crea el resto de las cosas. Podría explicarse el cambio de estado del aire mediante el flujo entre dos polos, lo frío y lo caliente; pero varios fragmentos nos muestran que Anaxímenes pensaba inversamente, y creía que lo caliente y lo frío eran consecuencia y no causa de la rarefacción y la condensación respectivamente.
En terminología moderna podemos decir que Anaxímenes estaba intentando basar la explicación de lo cualitativo en lo cuantitativo; encontramos en él, por lo tanto, un intento de explicar el mecanismo de transformación de unos elementos en otros, del que no disponían Tales ni Anaximandro. Al igual que ellos insiste, sin embargo, en afirmar una causa material como principio del mundo y, por lo tanto, en tratar de llevar a la unidad la diversidad de la realidad observable.


Anaxágoras nació en el año 500 a. C. y murió en el año 428 a. C. Fue un filósofo presocrático que introdujo la noción de nous (mente o pensamiento) como elemento fundamental de su concepción física. Nació en Clazomene (en la actual Turquía) y se trasladó a Atenas (hacia 483 a. C.), debido a la destrucción y reubicación de Clazomene tras el fracaso de la revuelta jónica contra el dominio de Persia. Fue el primer pensador extranjero en establecerse en Atenas.
Entre sus alumnos se encontraban el estadista griego Pericles, Arquelao, Protágoras de Abdera, Tucídides, el dramaturgo griego Eurípides, y se dice que también Demócrito y Sócrates. Anaxágoras dio también un gran impulso a la investigación de la naturaleza fundada en la experiencia, la memoria y la técnica. A él se le atribuyen las explicaciones racionales de los eclipses y de la respiración de los peces, como también investigaciones sobre la anatomía del cerebro. Conocedor de las doctrinas de Anaxímenes, Parménides, Zenón y Empédocles, Anaxágoras había enseñado en Atenas durante unos treinta años cuando se exilió tras ser acusado de impiedad al sugerir que el Sol era una masa de hierro candente y que la Luna era una roca que reflejaba la luz del Sol y procedía de la Tierra.
Anaxágoras expuso su filosofía en su obra Peri physeos (Sobre la naturaleza), pero sólo algunos fragmentos de sus libros han perdurado.
Para explicar la pluralidad de objetos en el mundo dotados de cualidades diferentes, recurre a la suposición de que todas las cosas estarían formadas por partículas elementales, que llama con el nombre de "semillas" (spermata, en griego). Más tarde Aristóteles llama a estas partículas con el nombre de homeomerías (partes semejantes).
Según Aristóteles, Anaxágoras concibe el nous como origen del universo y causa de la existencia, pero a la vez trata de explicarse y llama a encontrar las cosas cotidianas de lo que ocurre en el mundo. Por otro lado, hizo formar parte de su explicación de la realidad al concepto de nous, inteligencia, la cual, siendo un «fluido» extremadamente sutil, se filtra por entre los recovecos de la materia, a la que anima con su movimiento. El nous penetra algunas cosas y otras no, con lo que se explica, siguiendo a Anaxágoras, la existencia de objetos animados e inertes. Platón en el Fedón se muestra de acuerdo con la afirmación según la cual el nous es la causa de todo y conduce al orden y la armonía, pero discrepa con la búsqueda de las causas materiales emprendida por Anaxágoras.
Su doctrina del nous fue más tarde adoptada críticamente por Aristóteles. Las diferencias entre las concepciones de uno y otro pueden apreciarse con este ejemplo: Para Anaxágoras los humanos pudieron hacerse inteligentes debido a que tenían manos, en cambio para Aristóteles el hombre recibió manos debido a que tenía inteligencia.
 




Arquelao fue un filósofo griego del siglo V a. C. perteneciente al grupo de los denominados presocráticos, y maestro de Sócrates. Muy poca información sobre la vida de Arquelao ha llegado hasta la actualidad, y no se conservan escritos suyos.
Originario de Atenas o de Mileto, su padre tenía por nombre Apolodoro o Midón. Arquelao tuvo por maestro a Anaxágoras, y se dice que fue el primero en llevar la filosofía natural a Atenas desde Jonia.
Conocido como el Físico por cultivar en especial la filosofía que reflexionaba sobre la naturaleza y los objetos, la antiguamente llamada física. Fue preceptor de Sócrates, a quien dio también lecciones de moral. Deliberó sobre la legislación, la bondad y la justicia. Señaló que «lo justo y lo injusto no lo son por naturaleza, sino por la ley». Sobre la naturaleza aseguraba que había dos causas que lo generaban todo, el frío y el calor; que el agua condensada produce la tierra y cuando se derrite produce el aire; que los animales nacen «del calor de la tierra, la cual destila un limo semejante a la leche, que les sirve de nutrimento» y que de esta misma manera nacieron por vez primera los hombres. Así también estableció que el mayor de todos los astros es el Sol, que los mares se encuentran contenidos en las profundidades de la tierra (en cuyas venas está infiltrado) y que el Universo es infinito.
 
Crátilo, fue un filósofo griego de finales del siglo V a. C. Fue un representante del relativismo. Crátilo tomó la idea de Heráclito de que uno no se puede bañar dos veces en el mismo río, porque entre las dos el cuerpo y el agua del río se han alterado, y la llevó más lejos. Según Aristóteles, Crátilo proclamó que no se podía hacer ni una sola vez.
Si el mundo está en constante cambio, entonces el río cambia instantáneamente. De la misma forma las palabras cambian incesantemente. En consecuencia, Crátilo decidió que la comunicación era imposible y renunció a hablar, limitando su comunicación al movimiento de su dedo. Crátilo conoció a Sócrates en el año 407 y durante los siguientes 8 años se dedicó a enseñarle.
Damón y Fintias fueron dos filósofos pitagóricos que vivieron en el siglo IV en Sicilia. Su amistad pasaría a la historia por la extraordinaria nobleza que mostraron estos dos hombres en un episodio de sus vidas.
La tradición cuenta que Fintias y Damón, ambos amantes de la paz, llegaron en uno de sus viajes a Siracusa y se encontraron con el régimen tiránico de Dionisio I. Fintias, indignado, criticó abiertamente la situación que vivía el pueblo de Siracusa y el mal gobierno que se ejercía en aquella tierra. Dionisio al oír esto lo mandó arrestar y de inmediato lo condenó a muerte. Fintias suplicó al rey que lo dejase volver a su pueblo para despedirse de su familia y poner en orden su hacienda, sin embargo el rey dudaba que Fintias fuera a volver, por ello sugirió que si un rehén se quedaba en su lugar éste tendría el permiso deseado. Damón se presentó voluntariamente como rehén mientras Fintias iba a su hogar a lo que Dionisio accedió, fijando un plazo para que Fintias volviera o de lo contrario Damón sería ejecutado.
Damón fue encerrado y Fintias volvió pronto a su hogar. Sin embargo al volver el barco en el que viajaba fue asaltado por piratas. A pesar de las suplicas, Fintias fue lanzado por la borda y tuvo que nadar hasta la orilla siciliana desde donde tuvo que emprender un viaje a pie hasta Siracusa. Debido a este contratiempo Fintias no llegó a tiempo para cumplir el plazo del rey, por lo que Damón debía ser ejecutado, pero a pesar de ello mantenía la confianza depositada en la palabra dada por su amigo y proclamaba que, a pesar de no llegar a tiempo, estaba seguro de que Fintias había hecho lo posible por cumplir lo acordado.
Fintias llegó en el último momento. Exhausto, con la ropa desgarrada y los pies sangrando por el gran esfuerzo de correr descalzo se subió al cadalso y exclamó "¡Ya he llegado, liberen a Damón y mátenme a mi!" ofreciéndose al verdugo. Sin embargo el rey Dionisio, sorprendido por la gran lealtad que los dos hombres mostraron perdonó a ambos solicitando ser partícipe de tan noble amistad. Así los dos hombres pasaron a ocupar cargos de consejeros dentro de la corte de Dionisio. Esta historia ha sido recogida por diferentes escritores, como Friedrich von Schiller O Richard Edwards.
 
Demócrito, fue un filósofo griego presocrático y matemático que vivió entre los siglos V-IV a. C. (n. Abdera, Tracia ca. 460 a. C. - m. ca. 370 a. C.). Discípulo de Leucipo. Se le llama también "el filósofo que se ríe".
Se le adjudican numerosas leyendas. Realizó muchos viajes por Egipto, Persia y Mesopotamia, donde habría aprendido de magos persas y sacerdotes egipcios y caldeos. Una leyenda dice que se arrancó los ojos en un jardín para que no estorbara en sus meditaciones la contemplación del mundo externo. Se dice de él que presentía lo futuro, y entre sus obras más importantes se cita su "Gran Diacosmos", por la cual obtuvo, por plebiscito popular, el premio de 500 talentos. Hiparco de Nicea asegura, según Diógenes Laercio, que Demócrito murió a los 90 años de edad; y todos los autores de la antigüedad que hayan hecho referencia a su edad, coinciden en que vivió más de cien años.
Entre los pensadores que influyeron en las doctrinas de Demócrito, cabe destacar a los geómetras egipcios y Anaxágoras, cuyas homeomerias son consideradas como el antecedente más inmediato de la Teoría de los átomos. Junto con su maestro, Leucipo, Demócrito es considerado fundador de la escuela atomista. Se inscribe entre los pos-eleatas, en tanto que acepta los principios establecidos por Jenófanes y Parménides, pero desarrolla una filosofía pluralista como Anaxágoras o Empédocles.
Para Demócrito, la percepción, la razón por la cual piensa por ejemplo que tiene una pluma en la mano, es un proceso puramente físico y mecanicista; que el pensamiento y la sensación son atributos de la materia reunida en un modo suficientemente fino y complejo, y no de ningún espíritu infundido por los dioses de la materia.
Según Demócrito, la aspiración natural de todo individuo no es tanto el placer como la tranquilidad de espíritu (eutimia); el placer debe elegirse y el dolor, evitarse, pero en la correcta discriminación de los placeres radica la verdadera felicidad. Discriminando los placeres que a la larga producen dolor.
Al negar a Dios y presentar a la materia como autocreada, e integrada por átomos, se convirtió en el primer ateo y en el primer materialista (atomista). Los cambios físicos y químicos se debían a la física no a la magia. Es más conocido por su Teoría Atómica pero también fue un excelente geómetra, ciencia que enseñaba a sus discípulos. Escribió numerosas obras, pero sólo perduran escasos fragmentos. Escribió varios tratados de Geometría y de Astronomía, que se han perdido. Usando la ciencia racional trata de buscar una explicación de todos los fenómenos naturales partiendo de un pequeño número de principios básicos. Le preocupó también la naturaleza corpuscular de la luz. Demócrito sustenta la teoría de la emisión según la cual la visión es causada por la proyección de partículas que provienen de los objetos mismos
Para muchos filósofos, entre los que se incluye a Demócrito, prevalecía un principio aritmético-geométrico para explicar muchos hechos. Así, Demócrito hasta el sabor de las cosas lo explicaba bajo este aspecto. Le atribuía una forma geométrica especial a las cosas para dar tal o cual "gusto": la sensación de dulce se debía a la forma esférica de la sustancia que forma al cuerpo que la produce; lo amargo, se debía a la forma lisa y redondeada, y lo agrio o ácido a lo anguloso y agudo. Un origen e interpretación análogos le atribuía a los fenómenos del tacto.
Demócrito desarrolló la “teoría atómica del universo”, concebida por su mentor, el filósofo Leucipo. Esta teoría, al igual que todas las teorías filosóficas griegas, no apoya sus postulados mediante experimentos, sino que se explica mediante razonamientos lógicos. La teoría atomista de Demócrito y Leucipo se puede esquematizar así:
  • Los átomos son eternos, indivisibles, homogéneos, incompresibles e invisibles.
  • Los átomos se diferencian solo en forma y tamaño, pero no por cualidades internas.
  • Las propiedades de la materia varían según el agrupamiento de los átomos.
Los atomistas pensaban distinto a los eleatas, pues mientras los eleatas no aceptaban el movimiento como realidad, sino como fenómeno, Leucipo y Demócrito parten de que el movimiento existe en sí. Habla por primera vez de la fuerza de la inercia. Demócrito pone como realidades primordiales a los átomos y al vacío, o, como dirían los eleatas, al ser y al no ser. Para Demócrito, la realidad está compuesta por dos causas (o elementos): lo que es, representado por los átomos homogéneos e indivisibles, y lo que no es, representado por el vacío. Este último es un no-ser no-absoluto, aquello que no es átomo, el elemento que permite la pluralidad de partículas diferenciadas y el espacio en el cual se mueven.
Diógenes de Apolonia ca. 460 a. C. 425 a. C., filósofo griego originario de Apolonia Póntica, colonia milesia del Ponto Euxino. Aunque era de linaje dórico, escribió en el dialecto |jónico, como todos los physiologi (filósofos físicos). Parece que no hay dudas de que vivió algún tiempo en Atenas, donde se dice que pasó a ser tan impopular (seguramente debido a su supuesto ateísmo) que su vida peligró.
Diógenes creía que el aire era la fuente de todo lo que existe, y que el resto de sustancias derivan de la condensación y la rarefacción. Su avance más importante sobre las doctrinas de Anaxímenes es que declaró que el aire, la fuerza primera, poseía inteligencia—“el aire, como origen de todas las cosas es necesariamente eterno, una sustancia imperecedera, pero como alma está necesariamente dotado de consciencia”.
Su pensamiento podría resumirse en estos cuatro puntos:
 1. Todas las cosas deben ser modificaciones de un sustancia básica
 2. La sustancia básica contiene inteligencia divina, la cual dirige todas las cosas hacia lo mejor
 3. La inteligencia y la vida se deben al aire, que es la forma básica de la materia
 4. El aire es divino y gobierna todas las cosas; adopta formas diferentes según las variaciones de calor, movimiento, etc.
Diógenes también fue el primero que sugirió que los meteoritos caían del cielo. Su trabajo más importante fue Sobre la naturaleza, del que se conservan fragmentos considerables. Según Aristóteles, Diógenes escribió una "precisa anatomía de las venas" y otro escritor médico señala que obtuvo sus opiniones sobre el diagnóstico de enfermedades mediante la inspección de la lengua y el color del paciente. Es posible, por lo tanto, que Diógenes fuera un médico profesional que escribió un tratado técnico sobre medicina al mismo tiempo que una exposición general de su teoría cósmica.
La mayor parte de las teorías de Diógenes estaban tomadas, según Teofrasto, de Anaxágoras, Leucipo y Anaxímenes, aunque es posible que entre sus influencias también se cuente Heráclito. A pesar de su eclecticismo, Diógenes elaboró una teoría unitaria del mundo más coherente, sencillo y explícito que las de sus predecesores.
 
Empédocles de Agrigento. Agrigento, h.495/490 - h.435/430 a. C.), fue un filósofo y político democrático griego. Cuando perdió las elecciones fue desterrado y se dedicó al saber.
Postuló la teoría de las cuatro raíces, a las que Aristóteles más tarde llamó elementos, juntando el agua de Tales de Mileto, el fuego de Heráclito, el aire de Anaxímenes y la tierra de Jenófanes las cuales se mezclan en los distintos entes sobre la Tierra. Estas raíces están sometidas a dos fuerzas, que pretenden explicar el movimiento (generación y corrupción) en el mundo: el Amor, que las une, y el Odio, que las separa. Estamos, por tanto, en la actualidad, en un equilibrio. Esta teoría explica el cambio y a la vez la permanencia de los seres del mundo. El hombre es también un compuesto de los cuatro elementos. La salud consiste en cierto equilibrio entre ellos. El conocimiento es posible porque lo semejante conoce lo semejante: por el fuego que hay en nosotros conocemos el fuego exterior, y así los demás elementos. La sede del conocimiento sería la sangre, porque en ella se mezclan de modo adecuado los cuatro elementos de la naturaleza. Posteriormente Demócrito postularía que estos elementos están hechos de átomos.
Sostiene una curiosa teoría sobre la evolución orgánica por su teoría de las raíces. Suponía que en un principio habría numerosas partes de hombres y animales distribuidas por azar: piernas, ojos, etc.
En astronomía identificó correctamente que la luz de la Luna no era luz propia sino reflejada, y creía lo mismo del Sol (Russell, 1946: p.61). También consideró que la Tierra era una esfera aunque esto parece estar más relacionado con su cosmología según la cual esta esfera -representante del mundo material- se llenaba y vaciaba de amor o lucha (ibídem). Una leyenda afirma que murió lanzándose al Etna para tener un final digno de su divinidad, aunque parece más probable que muriese en el Peloponeso.
Para Empédocles, el Amor tiende a unir los cuatro elementos, como atracción de lo diferente; el Odio actúa como separación de lo semejante. Cuando predomina totalmente el Amor, se genera una pura y perfecta esfera toda ella igual e infinita, que goza de su envolvente soledad. El Odio comienza entonces su obra, deshaciendo toda la armonía hasta la separación completa del caos. De nuevo el Amor interviene para volver a unir lo que el Odio ha separado, y así, las dos fuerzas, en sus cíclicas contiendas, dan vida a las diversas manifestaciones del cosmos.
Los cuatro elementos y las dos fuerzas que lo mueven explican asimismo el conocimiento, según el principio de que lo semejante se conoce con lo semejante. Las cosas emanan flujos que, pasando a través de los poros de los elementos, determinan el contacto y el reconocimiento.
 
Epicarmo. Megara Hyblaea, de Sicilia, ca. 550 a. C. - Siracusa, 460 a. C. Fue un comediógrafo y filósofo presocrático griego. Si bien existen teorías según las cuales habría nacido en la isla de Cos, en Siracusa, en Crasto o en Samos, lo cierto es que Aristóteles, en su Poética, señala como su lugar de nacimiento la ciudad de Megara, en Sicilia, donde vivió durante mucho tiempo. Es el máximo representante, con Pratinas, del primer periodo de la comedia griega.
Perfeccionó la unidad de ese género, llevó a él asuntos míticos y numerosos tipos populares, y escribió gran número de textos destinados al mimo. Los antiguos dividieron sus comedias, caracterizadas por la densidad expresiva, la agilidad de la acción y la perfecta construcción dramática, en diez tomos, si bien solamente han llegado hasta nuestros días los títulos de sus obras y unos trescientos fragmentos. De aquellas cabe citar Ulises náufrago, Ulises desertor, Las nupcias de Hebe, Las Bacantes, El cíclope, Filoctetes, Las sirenas, Hércules a la conquista del cinto, Fiesta e islas, Tierra y mar, Los troyanos, Busírides, Logos y Loguina, Esperanza o riqueza, Los Dionisios y Hércules junto a Folo. Como se deduce de los títulos, realizaba parodias mitológicas. Introdujo varios personajes tipo, como el parásito, el visitante o el filósofo, y un escritor antiguo afirma que fue el primero en subir al escenario a un borracho. Algunos de estos personajes aparecerán más tarde en el mimo y en la Comedia Ática. Escribió sus comedias en el dialecto dórico de Siracusa, e influyó en el desarrollo de la comedia ateniense. En el año 470 a. C. se encontraba en la corte del tirano Hierón I de Siracusa, donde coincidió con Esquilo.
Según cuenta Diógenes Laercio, Epicarmo «fue alumno de Pitágoras». Según cuenta Jámblico, «introdujo en sus versos los pensamientos de Pitágoras».
 
Ferécides de Siros. Fue un filósofo griego presocrático del siglo VI a. C. que fue maestro de Pitágoras. Nació en la isla de Siros, una de las Cícladas, en la 45ª Olimpiada; fue hijo de Babis y tío materno de Pitágoras, a quien dispensó sus enseñanzas. Junto a Anaximandro fue uno de los primeros pensadores griegos en haber escrito en prosa y es considerado uno de los Siete Sabios de Grecia, según Diógenes Laercio. Visitó Egipto para aprender teología y una ciencia de la naturaleza más exacta.
Ferécides escribió el "Heptamychia" ("Las cinco cavernas"), una de las primeras obras en prosa atestiguadas de la literatura griega, que formó un importante puente entre el pensamiento mítico y presocrático. En esta obra, Ferécides enseñó su filosofía a través de representaciones míticas. Aunque se ha perdido, los fragmentos que sobreviven son suficientes para reconstruir una idea general básica. Aristóteles, en la Metafísica (sección 1091 b 8), caracterizó la obra de Ferécides como una mezcla de mito y filosofía.
Ferécides ofrece una historia del mundo que procede de la racionalización del panteón griego. El rey de los dioses no es Zeus sino "Zas" (el que vive). Su padre es Chronos (el tiempo) en vez de Crono, del cual surge el agua, la tierra, el aire y el fuego. El antagonismo entre padre e hijo parece haber sido omitido. Chronos y Zas luchan en una guerra contra Ofión (el hombre serpiente), y Zas celebra su victoria tejiendo una bata para Ctonia, que es transformada en Gea (la superficie de la tierra).
La contribución de Ferécides al primer pensamiento presocrático es
1.    La negación de la creación ex nihilo;
 2. La autocreación del cosmos;
 3. La naturaleza eterna de los primeros principios.
 
Filolao de Crotona. 470 – 385 a. C. fue un matemático y filósofo griego pitagórico y presocrático. Consideró que toda la materia está compuesta por cosas limitantes e ilimitadas, y que el universo está determinado por números. Se le atribuye haber originado la hipótesis de que la Tierra no era el centro del Universo.
Fue discípulo de Pitágoras y participó y desarrolló la cosmología pitagórica entendiendo un universo regular, predecible y aritmético en el cual giran planetas y astros. Entre ellos aparece la Tierra, que gira en una órbita circular, por lo que aparece dotado de movimiento, a diferencia de los universos de los jonios. Además, explicó el movimiento diurno de la Tierra en base al giro en torno a un punto central fijo en el espacio, idea que influyó, por ejemplo, en un contemporáneo suyo: el rapsoda Leurípides de Calamata. Para Filolao el cosmos está formado por un fuego central, llamado Hestia, y nueve cuerpos que giran a su alrededor: Antichton, la Tierra, la Luna, el Sol (esfera de cristal que refleja el fuego central), los cinco planetas observables y la esfera de las estrellas fijas (o sea, la bóveda celeste que engloba los astros anteriores).
 
Heráclito de Éfeso, conocido también como «El Oscuro de Éfeso», fue un filósofo griego. Nació hacia el año 535 a. C. y falleció hacia el 484 a. C.
Era natural de Éfeso, ciudad de la Jonia, en la costa occidental del Asia Menor (actual Turquía). Como los demás filósofos anteriores a Platón, no quedan más que fragmentos de sus obras, y en gran parte se conocen sus aportes gracias a testimonios posteriores. Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente deviene y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa.
Es común incluir a Heráclito entre los primeros filósofos físicos (como los llamó Aristóteles), que pensaban que el mundo procedía de un principio natural (como el agua para Tales, el aire para Anaxímenes y el ápeiron para Anaximandro), y este error de clasificación se debe a que, para Heráclito, este principio es el fuego, lo cual no debe leerse en un sentido literal, pues es una metáfora como, a su vez, lo eran para Tales y Anaxímenes. El principio del fuego refiere al movimiento y cambio constante en el que se encuentra el mundo. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura de contrarios. La contradicción está en el origen de todas las cosas.
Todo este fluir está regido por una ley que él denomina (Logos). Este Logos no sólo rige el devenir del mundo, sino que le habla (indica, da signos, fragmento al hombre, aunque la mayoría de las personas «no sabe escuchar ni hablar». El orden real coincide con el orden de la razón, una «armonía invisible, mejor que la visible», aunque Heráclito se lamenta de que la mayoría de las personas viva relegada a su propio mundo, incapaces de ver el real.
A pesar que existen ciertas similitudes entre Heráclito y Parménides, las doctrinas de ambos siempre han sido contrapuestas (con cierto margen de error), ya que la del primero suele ser llamada «del devenir» o (con cierto equívoco) «del todo fluye», mientras que el ser parmenídeo es presentado como una esfera estática e inmóvil.
Era conocido como «el Oscuro», por su expresión lapidaria y enigmática. Ha pasado a la historia como el modelo de la afirmación del devenir y del pensamiento dialéctico. Su filosofía se basa en la tesis del flujo universal de los seres: «Panta rei», todo fluye. El devenir está animado por el conflicto: «La guerra (pólemos) es el padre de todas las cosas», una contienda que es al mismo tiempo armonía, no en el sentido de una mera relación numérica, como en los pitagóricos, sino en el de un ajuste de fuerzas contrapuestas, como las que mantienen tensa la cuerda de un arco. Para Heráclito el arjé es el fuego, en el que hay que ver la mejor expresión simbólica de los dos pilares de la filosofía de Heráclito: el devenir perpetuo y la lucha de opuestos, pues el fuego sólo se mantiene consumiendo y destruyendo, y constantemente cambia de materia.
De Heráclito es también la doctrina cosmológica del eterno retorno: la transformación universal tiene dos etapas que se suceden cíclicamente: una descendente por contracción o condensación, y otra ascendente por dilatación.
 
 
Hipaso de Metaponto. Fue un matemático, teórico de la música y filósofo presocrático, miembro de la Escuela pitagórica. Nació en Metaponto, ciudad griega de la Magna Grecia situada en el Golfo de Tarento, al sur de la Italia actual. Se cuenta entre los más renombrados de los pitagóricos de la época más temprana. Se le atribuyen tres importantes descubrimientos: La construcción de un dodecaedro inscrito en una esfera, el descubrimiento de la inconmensurabilidad y la determinación de las relaciones numéricas de las consonancias básicas a través de experimentos de sonido.
Se cree que fue quien probó la existencia de los números irracionales, en un momento en el que los pitagóricos pensaban que los números racionales podían describir toda la geometría del mundo. Hipaso de Metaponto habría roto la regla de silencio de los pitagóricos revelando al mundo la existencia de estos nuevos números. Eso habría hecho que éstos lo expulsaran de la escuela y erigieran una tumba con su nombre, mostrando así que para ellos, él estaba muerto.
Los documentos de la época dan versiones diferentes de su final. Parece ser que murió en un naufragio en circunstancias misteriosas; algunos dicen que se suicidó como autocastigo, dejando así libertad a su alma para ir a buscar la purificación en otro cuerpo; otros afirman que un grupo de pitagóricos lo mataron.
En su momento, sintió mucha admiración por Pitágoras, a quien llamaba «el gran hombre». Dentro de los pitagóricos, se crearon dos grupos: el de los matemáticos, que eran los que realmente conocían la doctrina pitagórica, y eran dirigidos por Pitágoras, y el grupo de los acusmáticos, que sólo conocían los rudimentos de la doctrina, y eran dirigidos por el propio Hipaso de Metaponto. A Hipaso se le adjudica la construcción de un dodecaedro como aproximación a una esfera y el descubrimiento de la inconmensurabilidad de los números irracionales.
Se cree también que Hipaso de Metaponto fue maestro de Heráclito de Efeso, y como éste, pensaba que el «arché» o principio de todas las cosas, era el fuego, metáfora del cambio, a diferencia de los pitagóricos, que situaban el principio de todo en los números. Además de los trabajos sobre matemáticas –que incluyen el descubrimiento de que la raíz de 2 era un número irracional–, hizo estudios sobre acústica y resonancia, pero pocos de sus trabajos originales han llegado hasta nuestros días, aunque se tiene constancia de experimentos suyos con discos de bronce del mismo diámetro, pero de diferente grosor (el grosor del primero era un tercio mayor que el del segundo, una vez y media mayor que el del tercero, y el doble que el del cuarto disco), que al ser golpeados sonaban con cierta armonía.
 
 
Jeníades. Fue un filósofo presocrático griego, nativo de Corinto, a quien se suele contar entre los sofistas antiguos. También se le señala, como a Jenófanes de Colofón, como una suerte de precursor del escepticismo antiguo.
No se conoce la época de su floruit. Lo único que da una pista sobre la época de su actividad filosófica es la información de que Demócrito mencionó a Jeníades de Corinto en alguna ocasión. Cuanto se sabe sobre Jeníades procede de dos pasajes de Sexto Empírico localizados en sendas obras del mismo, Adversus mathematicos y los Esbozos pirrónicos (conocidos también como Hipotiposis pirrónicas). En el primer pasaje, Sexto dice que Jeníades sostenía que todo es falso y que toda representación y opinión es falsa. Por otra parte, decía que todo lo que nace nace a partir del no ser y que todo lo que se destruye se destruye en el no ser. Debido a estas opiniones, Sexto compara a Jeníades con Jenófanes de Colofón. En los Esbozos pirrónicos, Sexto cuenta a Jeníades, de nuevo junto a Jenófanes, entre los filósofos que negaron la existencia de un criterio que determine lo verdadero y lo falso.
 
Jenófanes de Colofón. Nacido entre el 580 a. C. y el 570 a. C. - muerto entre el 475 a. C. y el 466 a. C. Fue un poeta elegíaco y filósofo griego. Sus obras sólo se conservan en fragmentos, gracias a citas de autores posteriores, actualmente recopiladas en la obra de H. Diels, revisada por W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker ("Los fragmentos de los presocráticos"). A partir de los fragmentos conservados, puede reconstruirse una visión del mundo y de los dioses opuesta a los planteamientos de la épica homérica y hesiódica. Vinculado a la escuela milesia por origen y por la estructura de su cosmología, tradicionalmente se lo ha considerado fundador de la escuela eleática y del monismo. Se le ha señalado a menudo como escéptico por sus fragmentos gnoseológicos, y los autores de la patrística creyeron ver en sus textos teológicos una primera formulación del monoteísmo entre los griegos.
La relación de Jenófanes con los pensadores jonios es controvertida, y de ninguna manera es evidente a partir de su nacimiento en una ciudad jónica, de la misma manera que su residencia en el sur de Italia no indica claramente su relación con los pensadores eléatas.
Lo que caracteriza de manera general su pensamiento es el rechazo del saber tradicional, cuyos portavoces en Grecia fueron Homero y Hesíodo.
El rechazo de Jenófanes a este saber se concreta en diversos puntos: El primero es el carácter revelado de todo saber, para luego remplazar la cosmogonía implícita en esos poemas por una concepción propia del universo visible y de la divinidad. La crítica alcanza también a ciertos elementos de la cultura dominados por la moral agonal aristocrática: la costumbre de cantar gestas teogónicas en los simposios y la valoración de los vencedores en los juegos olímpicos.
Este rasgo general de su pensamiento lo vincula estrechamente con la filosofía jónica, que es un intento de remplazar el saber supeditado a la revelación de las musas por un indagar a partir del propio observar. Y se concreta en la forma de una investigación de la naturaleza que subyace al todo de lo que aparece.
 
 
Leucipo. Siglo V a. C. Fue un filósofo griego al que se atribuye la fundación del atomismo. Se sabe muy poco de su vida e incluso Epicuro consideró la posibilidad de que Leucipo no hubiera existido, lo cual dio lugar a numerosos debates. Se considera lo más probable que naciera en Mileto, Asia menor, aunque también se han propuesto las posibilidades de Abdera, Melos, Elea o Clazomenes. Posteriormente se trasladó a Elea, donde habría sido discípulo de Parménides y de Zenón de Elea y maestro de Demócrito. Se le atribuyen las obras La ordenación del cosmos y Sobre la mente aunque este segundo libro pudo ser un capítulo de la obra anterior. Lo que se sabe de su pensamiento se encuentra en fragmentos de obras de otros autores como Aristóteles, Simplicio o Sexto Empírico. Se dice que Demócrito inventó a Leucipo como su maestro para ganar prestigio y para que respaldasen su teoría, ya que se suponía que Leucipo era un gran físico, discípulo de Parménides, de Zenón de Elea o de Pitágoras.
Fue maestro de Demócrito y a ellos dos se les atribuye la fundación del atomismo mecanicista, según el cual la realidad está formada tanto por partículas infinitas, indivisibles, de formas variadas y siempre en movimiento, los átomos (lo que no puede ser dividido), como por el vacío. Así, tal vez en respuesta a Parménides, afirma que existe tanto el ser como el no-ser: el primero está representado por los átomos y el segundo por el vacío, «que existe no menos que el ser», siendo imprescindible para que exista movimiento. Particularmente, postula, al igual que Demócrito, que el alma está formada por átomos más esféricos que los componentes de las demás cosas. Niega la génesis y la corrupción, formas de cambio que eran aceptadas casi por la unanimidad entre los filósofos presocráticos.






Meliso de Samos nacido probablemente en 470 a. C. Fue un estadista y comandante naval que contribuyó también a la filosofía y ejerció cierta influencia sobre el atomismo de Leucipo y Demócrito. Meliso comandó una flota de Samos que derrotó a los atenienses en 441 - 440 a. C. aunque Pericles obtuvo finalmente la victoria. Fue discípulo de Parménides, cuyas ideas filosóficas extendió. Sus trabajos, fragmentos que fueron preservados por Simplicio y atribuidos a Meliso por Aristóteles, están dedicados a la defensa de la doctrina de Parménides. Están escritos en jónico y consisten en largas series de argumentos. El Ser, según él, es infinito, no tiene principio ni final y no puede surgir del no-ser. No puede ser destruido porque es imposible para el ser convertirse en no-ser y si pasa a ser otro ser no hay destrucción. Se conservan algunos fragmentos de su poema Sobre el Ser o Sobre la Naturaleza. Aristóteles lo califica de rústico y obtuso por haber confundido el Ser con el mundo material. Mantiene el concepto de la escuela eleática de la Unidad, la eternidad, la homogeneidad, la uniformidad y la inmovilidad del Ser. Pero modifica el concepto de ser limitado y redondo como una esfera, afirmando su infinitud. El Ser (mundo) es infinito, sin principio ni fin; estas ideas influirán más tarde en Spinoza para demostrar el monismo de la sustancia. Meliso mezcla también ideas jónicas (Anaximandro, Anaxímenes) con las de la Escuela eleática. De acuerdo con Simplicio, Meliso difiere de Parménides en su distinción entre ser y ser absolutamente. Argumenta con el fin de mostrar que el Ser debe ser ilimitado en magnitud, y, por lo tanto, uno e inalterable. Cualquier cambio de una fuente interna a una externa, dice, es impensable; el Uno o la realidad unitaria, de Parménides, es invariable en cantidad y en clase. No puede haber división dentro de la unidad, pues toda división implica espacio o vacío—pero el vacío no es nada, y por lo tanto, no es. Desarrolla que el ser es incorpóreo. La dificultad fundamental que subyace en esta lógica es la paradoja, más claramente expresada por Zenón de Elea, de que la evidencia de los sentidos contradice el intelecto. El argumento abstracto muestra que el cambio de la unidad es imposible, aunque los sentidos nos dicen que lo cálido se vuelve frío, lo duro blando y lo vivo muerto. Ni Meliso ni Zenón observaron que la aplicación de estos métodos destructivos atacan la raíz no sólo de la multiplicidad sin también del Uno cuya existencia mantenían. Las armas que forjaron para defender a Parménides se pueden usar con el mismo efecto contra sus propias tesis.




Metrodoro de Lámpsaco (el viejo) fue un filósofo griego presocrático del siglo V a. C. que murió en 464 a. C. Nació en Lámpsaco, ciudad griega de la orilla oriental del Helesponto. Fue contemporáneo y amigo de Anaxágoras. Escribió y comentó sobre Homero. El principal rasgo de su sistema de interpretación de los escritos de Homero era que las deidades y las historias de éste debían interpretarse como modos alegóricos de representar los poderes físicos y los fenómenos. Esta es también la opinión de Benito Jerónimo Feijoo, en su Teatro crítico universal:

Metrodoro Lámpsaco, sin la mayor perplejidad, afirma que todos los héroes de que en la Ilíada hace mención Homero, Agamenón, Aquiles, Héctor, Paris, Eneas, son personajes ficticios que no existieron jamás.

Benito Jerónimo Feijoo, Teatro crítico universal, Diversidad de opiniones sobre muchos hechos famosos, libro IV, discurso X,41. Metrodoro es mencionado en el Ion de los Diálogos de Platón.
 
 
Parménides de Elea fue un filósofo griego. Nació entre el 530 a. C. y el 515 a. C. en la ciudad de Elea, colonia griega del sur de Magna Grecia (Italia). Parménides escribió una sola obra: un poema filosófico en verso épico del cual nos han llegado únicamente algunos fragmentos conservados en citas de otros autores. Los especialistas consideran que la integridad de lo que conservamos es notablemente mayor en comparación con lo que nos ha llegado de las obras de casi todos los restantes filósofos presocráticos, y por ello su doctrina puede ser reconstruida con mayor precisión. Por lo que podemos deducir a partir de los testimonios conservados, el poema de Parménides representa una revelación divina dividida en dos partes:
  • La vía de la verdad, donde se ocupa de «lo que es» o «ente», y expone varios argumentos que demuestran sus atributos: es ajeno a la generación y la corrupción y por lo tanto es inengendrado e indestructible, es lo único que verdaderamente existe —con lo que niega la existencia de la nada— es homogéneo, inmóvil y perfecto.
  • La vía de las opiniones de los mortales, donde trata de asuntos como la constitución y ubicación de los astros, diversos fenómenos meteorológicos y geográficos, y el origen del hombre, construyendo una doctrina cosmológica completa.
Mientras que el contenido de la vía de la opinión se asemeja a las especulaciones físicas de los pensadores anteriores, como los jonios y los pitagóricos, la vía de la verdad contiene una reflexión completamente nueva que modifica radicalmente el curso de la filosofía antigua: se considera que Zenón de Elea y Meliso de Samos aceptaron sus premisas y continuaron su pensamiento. Los físicos posteriores, como Empédocles, Anaxágoras y los atomistas, buscaron alternativas para superar la crisis en la que había sido arrojado el conocimiento de lo sensible. Incluso la sofística de Gorgias acusa una enorme influencia de Parménides en su forma argumentativa. Tanto la doctrina platónica de las formas como la metafísica aristotélica guardan una deuda incalculable con vía de la verdad de Parménides. Por esto es por lo que muchos filósofos y filólogos consideran que Parménides es el fundador de la metafísica occidental.
 
Pitágoras de Samos (580 a. C. – 495 a. C.) Fue un filósofo y matemático griego considerado el primer matemático puro. Contribuyó de manera significativa en el avance de la matemática helénica, la geometría y la aritmética, derivadas particularmente de las relaciones numéricas, y aplicadas por ejemplo a la teoría de pesos y medidas, a la teoría de la música o a la astronomía. Es el fundador de la Hermandad Pitagórica, una sociedad que, si bien era de naturaleza predominantemente religiosa, se interesaba también en medicina, cosmología, filosofía, ética y política, entre otras disciplinas. El pitagorismo formuló principios que influyeron tanto en Platón como en Aristóteles y, de manera más general, en el posterior desarrollo de la matemática y en la filosofía racional en Occidente. No se conserva ningún escrito original de Pitágoras. Sus discípulos -los pitagóricos- invariablemente justificaban sus doctrinas citando la autoridad del maestro de forma indiscriminada, por lo que resulta difícil distinguir entre los hallazgos de Pitágoras y los de sus seguidores. Se le atribuye a Pitágoras la teoría de la significación funcional de los números en el mundo objetivo y en la música; otros descubrimientos, como la inconmensurabilidad del lado y la diagonal del cuadrado o el teorema de Pitágoras para los triángulos rectángulos, fueron probablemente desarrollados por la escuela pitagórica. En la Hermandad Pitagórica eran aceptados tanto hombres como mujeres. Aquellos que no pertenecían al núcleo duro del grupo eran llamados acusmáticos. Éstos vivían en sus propias casas, se les permitía tener posesiones personales y no se les imponía el vegetarianismo; sólo asistían como oyentes durante el día. Según Krische las mujeres pertenecían a este grupo; no obstante, muchas pitagóricas fueron después reconocidas filósofas y matemáticas. La escuela practicaba el secretismo y la vida comunal de manera muy estricta, y sus miembros solían atribuir todos sus descubrimientos a su fundador. De darles crédito, el alcance y la cantidad de trabajo de Pitágoras tendría una extensión inverosímil; aunado a esto, no se conserva ningún escrito de Pitágoras propiamente, por lo que la distinción entre sus trabajos y los de sus seguidores es de difícil demarcación. Las contribuciones de los pitagóricos y su enorme influencia fueron determinantes para el desarrollo las matemáticas, la astronomía y la medicina, entre otras ciencias naturales, y es razonable dar crédito a Pitágoras por muchos de sus hallazgos.



Zenón de Elea fue un filósofo griego nacido en Elea perteneciente a la escuela eleática (c. 490-430 a. C.). Fue discípulo directo de Parménides de Elea y se le recuerda por el amplio arsenal conceptual con que defendió las tesis de su maestro. No estableció ni conformó ninguna doctrina positiva de su propia mano, en tanto que todo lo que defiende lo toma de Parménides, sino que se limitó a atacar todo planteamiento que no parta de las tesis eleáticas. Las obras de Zenón se han perdido. Platón escribe que durante su juventud ya había escrito para defender las teorías de su maestro, pues tales documentos fueron llevados a Atenas con motivo de la visita con Parménides; fueron allí robados y publicados posteriormente sin su consentimiento. Como es habitual en el ámbito presocrático, la mayor y casi única fuente de la que podemos extraer información sobre su obra y pensamiento es la cita de autores posteriores, en particular del propio Aristóteles. Conocido por sus paradojas o aporías, especialmente aquellas que niegan la existencia del movimiento o la pluralidad del ser. Zenón, en la línea de su maestro, intenta probar que el ser tiene que ser homogéneo, único y, en consecuencia, que el espacio no está formado por elementos discontinuos sino que el cosmos o universo entero es una única unidad.

Sus aporías están diseñadas bajo los siguientes ejes argumentativos:

 1. Contra la pluralidad como estructura de lo real.

 2. Contra la validez del espacio.

 3. Contra la realidad del movimiento.

 4. Contra la realidad del transcurrir del tiempo.

Aplicando este esquema se le ha considerado el primero en utilizar la demostración llamada ad absurdum (reducción al absurdo), que toma por hipótesis lo contrario a lo que se considera cierto (en su caso, las afirmaciones del adversario) y muestra las incongruencias que se derivan de una consideración de esto como verdadero, obligando al interlocutor a rechazar las premisas y a aceptar las tesis opuestas, que eran las que se querían demostrar en un principio. Este procedimiento lo lleva a cabo mediante sus aporías. Los razonamientos de Zenón constituyen el testimonio más antiguo que se conserva del pensamiento infinitesimal desarrollado muchos siglos después en la aplicación del cálculo infinitesimal que nacerá de la mano de Leibniz y Newton en 1666. No obstante, Zenón era ajeno a toda posible matematización, presentando una conceptualización de tal estilo como un instrumento necesario para poder formular sus paradojas.


Sócrates de Atenas (470 — 399 a. C.) Fue un filósofo clásico ateniense considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo, siendo estos tres los representantes fundamentales de la filosofía de la Antigua Grecia. Fue el verdadero iniciador de la filosofía en cuanto que le dio su objetivo primordial de ser la ciencia que busca en el interior del ser humano. El método de Sócrates era dialéctico: después de plantear una proposición analizaba las preguntas y respuestas suscitadas por la misma. Sócrates describió el alma como aquello en virtud de lo cual se nos califica de sabios o de locos, buenos o malos, una combinación de inteligencia y carácter. Tuvo gran influencia en el pensamiento occidental, a través de la obra de su discípulo Platón. Creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura y, por lo tanto, pasó la mayor parte de su vida de adulto en los mercados y plazas públicas de Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, a quienes solía responder mediante preguntas. Privilegió un método, al cual denominó (probablemente evocando a su madre partera) mayéutica, es decir, lograr que el interlocutor descubra sus propias verdades. Fue obediente con las leyes de Atenas, pero evitaba la política. Creía que podría servir mejor a su país dedicándose a la filosofía. No escribió ningún libro ni tampoco fundó una escuela regular de filosofía. Todo lo que se sabe con certeza sobre sus enseñanzas se extrae de la obra de Platón, que atribuyó sus propias ideas a su maestro. Platón describió a Sócrates escondiéndose detrás de una irónica profesión de ignorancia, conocida como ironía socrática, con gran ingenio y agudeza mental. La base de sus enseñanzas y lo que inculcó, fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud, y el conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien actuarán de manera justa. Su lógica hizo hincapié en la discusión racional y la búsqueda de definiciones generales. En este sentido influyó en su discípulo Platón y, a través de él, en Aristóteles. Otro pensador y amigo influenciado por Sócrates fue Antístenes, el fundador de la escuela cínica de filosofía. Sócrates también fue maestro de Arístipo, que fundó la filosofía cirenaica de la experiencia y el placer, de la que surgió la filosofía más elevada de Epicuro. Tanto para los estoicos como el filósofo griego Epicteto, para el filósofo romano Séneca el Viejo como para el emperador romano Marco Aurelio, Sócrates representó la personificación y la guía para alcanzar una vida superior. La Apología de Platón recoge lo esencial de la defensa de Sócrates en su propio juicio; una valiente reivindicación de toda su vida. Fue condenado a muerte, aunque la sentencia sólo logró una escasa mayoría.
 
Platón Atenas o Egina,  427-347 a. C. Fue un filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles. En 387 fundó la Academia, institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos años y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro. Platón participó activamente en la enseñanza de la Academia y escribió, siempre en forma de diálogo, sobre los más diversos temas, tales como filosofía política, ética, psicología, antropología filosófica, epistemología, gnoseología, metafísica, cosmogonía, cosmología, filosofía del lenguaje y filosofía de la educación; intentó también plasmar en un Estado real su original teoría política, razón por la cual viajó dos veces a Siracusa, Sicilia, con intenciones de poner en práctica allí su proyecto, pero fracasó en ambas ocasiones y logró escapar penosamente y corriendo peligro su vida debido a las persecuciones que sufrió por parte de sus opositores. Todas las obras de Platón, con las excepciones de las Cartas y de la Apología están escritas – como la mayor parte de los escritos filosóficos de la época - no como poemas pedagógicos o tratados, sino en forma de diálogos; e incluso la Apología contiene esporádicos pasajes dialogados. En ellos sitúa Platón a una figura principal, la mayor parte de las veces Sócrates, que desarrolla debates filosóficos con distintos interlocutores, que mediante métodos como el comentario indirecto, los excursos o el relato mitológico, así como la conversación entre ellos, se relevan, completan o entretejen; también se emplean monólogos de cierta extensión. La obra de Platón puede dividirse cronológicamente en cuatro etapas:
 1. Primeros diálogos o diálogos socráticos o de juventud. Se caracterizan por sus preocupaciones éticas. Están plenamente influidos por Sócrates. Las más destacadas son: Apología, Ion, Critón, Protágoras, Laques, Trasímaco, Lisis, Cármides y Eutifrón.
 2. Época de transición. Esta fase se caracteriza también por cuestiones políticas, además, aparece un primer esbozo de la Teoría de la reminiscencia y trata sobre la filosofía del lenguaje. Destacan: Gorgias, Menón, Eutidemo, Hipias Menor, Crátilo, Hipias Mayor y Menexeno.
 3. Época de madurez o diálogos críticos. Platón introduce explícitamente la Teoría de las Ideas recién en esta fase y desarrolla con más detalle la de la reminiscencia. Igualmente se trata de distintos mitos. Destacan: El Banquete —también conocido como Simposio—, Fedón, República y Fedro.
 4. Diálogo de vejez o diálogos críticos. En esta fase revisa sus ideas anteriores e introduce temas sobre la naturaleza y la medicina. Destacan: Teeteto, Parménides, Sofista, Político, Filebo, Timeo, Critias, Leyes y Epínomis.
 
Los personajes de los diálogos son generalmente personajes históricos, como Sócrates, Parménides de Elea, Gorgias o Fedón de Elis, aunque a veces también aparecen algunos de los que no se tiene ningún registro histórico aparte del testimonio platónico. Cabe destacar, además, que si bien en muchos diálogos aparecen discípulos de Sócrates, Platón no aparece nunca como personaje. Solamente es nombrado en Apología de Sócrates y en Fedón, pero nunca aparece discutiendo con su maestro ni con ningún otro. Las opiniones de Platón también tuvieron mucha influencia en la naturaleza del conocimiento y la enseñanza las cuales propuso en el Menón, el cual comienza con la pregunta acerca de si la virtud puede ser enseñada y procede a exponer los conceptos de la memoria y el aprendizaje como un descubrimiento de conocimientos previos y opiniones que son correctas pero no tienen una clara justificación. Platón afirmaba que el conocimiento estaba basado esencialmente en creencias verdaderas justificadas; una creencia influyente que llevó al desarrollo más adelante de la epistemología. En el Teeteto, Platón distingue entre la creencia y el conocimiento por medio de la justificación. Muchos años después. Edmund Gettier demostraría los problemas de las creencias verdaderas justificadas en el contexto del conocimiento.
 
Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.) Fue un filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios. Aristóteles escribió cerca de 200 tratados (de los cuales sólo nos han llegado 31) sobre una enorme variedad de temas, incluyendo lógica, metafísica, filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física, astronomía y biología. Aristóteles transformó muchas, si no todas, las áreas del conocimiento que tocó. Es reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles donde se encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto. Entre muchas otras contribuciones, Aristóteles formuló la teoría de la generación espontánea, el principio de no contradicción, las nociones de categoría, sustancia, acto, potencia, etc. Algunas de sus ideas, que fueron novedosas para la filosofía de su tiempo, hoy forman parte del sentido común de muchas personas. Aristóteles fue discípulo de Platón y de otros pensadores (como Eudoxo) durante los veinte años que estuvo en la Academia de Atenas, luego fue maestro de Alejandro Magno en el Reino de Macedonia, y finalmente fundó el Liceo en Atenas, donde enseñó hasta un año antes de su muerte. En su juventud, Aristóteles fue discípulo de Platón en la Academia de Atenas. Aristóteles construyó un sistema filosófico propio. Previo a ello, sometió a crítica la teoría de las Ideas de su maestro. Para intentar solventar las diferencias entre Heráclito y Parménides, Platón había propuesto la existencia de dos dimensiones en la realidad: el Mundo sensible y el Mundo inteligible. Para Aristóteles, el mundo no tiene compartimentos. Si bien Aristóteles admite, al igual que Sócrates y Platón, que la esencia es lo que define al ser, concibe (a diferencia de sus antecesores) la esencia como la forma que está unida inseparablemente a la materia, constituyendo juntas el ser, que es la sustancia. La afirmación de la importancia del conocimiento sensible, y del conocimiento de lo singular para llegar a lo universal, abrió posibilidades a la investigación científica. Aristóteles rechazó fuertemente la teoría de Platón según la cual las ideas eran la auténtica realidad (por ser subsistentes y autofundadas) y que el mundo sensible, captado por nuestros sentidos, no era más que una copia de aquellas. Aristóteles, al contrario de Platón -que concebía la «existencia» de dos mundos posibles o reales (algunos eruditos creen que la teoría platónica es en realidad un realismo de las Ideas)-, poseía una teoría que discurría entre el mundo de las nociones y el mundo sensible, si bien estaba abierto a admitir la existencia de sustancias separadas e inmóviles (como se muestra en la Física y en la Metafísica).
Aristóteles hace cuatro críticas fundamentales a la teoría de las ideas de Platón:
 1. Crítica a los dos mundos: para Aristóteles es uno solo; admitir dos mundos complica la explicación innecesariamente, reduplicando las realidades.
 2. Platón no ofrece una explicación racional al hablar de los dos mundos. Se limita a utilizar mitos y metáforas, en vez de aclarar conceptualmente sus propuestas.
 3. No hay una relación clara de causalidad del mundo ideal respecto del mundo sensible. No explica cómo las ideas son causa de las cosas sensibles y mutables. No infiere que de una idea se derive un objeto.
 4. Argumento del tercer hombre: según Platón, la semejanza entre dos cosas se explica porque ambas participan de la misma idea. Según Aristóteles, se precisa un tercero para explicar la semejanza entre dos cosas, y un cuarto para explicar las tres, y así sucesivamente. Es una regresión al infinito, por lo tanto no se explica nada. Tal argumento ya había sido recogido por el mismo Platón en el diálogo titulado Parménides.
La generación espontánea es una teoría sobre el origen de la vida. Aristóteles propuso el origen espontáneo de peces e insectos a partir del rocío, la humedad y el sudor. Explicó que se originaban gracias a una interacción de fuerzas capaces de dar vida a lo que no la tenía con la materia no viva. A esta fuerza la llamó entelequia. Fueron los árabes los que redescubrieron a Aristóteles y a través de ellos pasó a la filosofía escolástica. En el Renacimiento su filosofía se ve opacada por un eclipse histórico momentáneo. Los nuevos conceptos científicos lo llevan a un segundo plano. Pero su influjo, aunque ya no en la física, seguirá vigente en el pensamiento filosófico en sentido estricto en todos los grandes pensadores, en Leibniz, en Hegel, etc.



Los sofistas. De Aristóteles provendrá también el sentido peyorativo: sofista es quien utiliza del sofisma para razonar. Los más destacados miembros de la sofística fueron: Protágoras, Gorgias, Hipias, Pródico, Trasímaco, Critias y Calicles. Platón criticaba a los sofistas por su formalismo y sus trampas dialécticas, pretendiendo enseñar la virtud y a ser hombre, cuando nadie desde un saber puramente sectorial, como el del discurso retórico, puede arrogarse tal derecho. La primera exigencia de esa areté era el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros. "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles", dice Protágoras. Gorgias dice que con las palabras se puede envenenar y embelesar. Se trata, pues, de adquirir el dominio de razonamientos engañosos. El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte "conducción de almas". Platón dirá más tarde que era "captura" de almas.

Protagoras(481-401 aprox.)
"El hombre es la medida de todas las cosas"
Aunque suele discutirse la interpretación a este memorable fragmento, parece indicar que Protágoras defendía un relativismo de las cualidades sensibles y de los valores. Lo más probable es que, en su contexto, Protágoras entendiese "hombre" en sentido colectivo, lo cual sugiere un relativismo de tipo cultural: cada pueblo posee costumbres y leyes diversas y considera que las propias son las mejores. La ley, no es algo dado por la naturaleza sino pensado por los legisladores. En el famoso "mito de Prometeo" que aparece en el diálogo de Platón dedicado a este sofista, defiende Protágoras el valor de la cultura como aquello que diferencia al hombre del animal: sólo gracias a ella puede el hombre subsistir, siendo como es un animal desvalido. Pero además, necesita el sentido de la justicia y la virtud política, sin las cuales la estabilidad de la ciudad sería imposible.

 

Gorgias (483-375 aprox.)
Aparentemente, Gorgias había sido discípulo de Empédocles y quizá para defender a su maestro de los ataques de Zenón escribió un tratado Acerca de la naturaleza o del no-ente, en que se afirma que:

1. Nada existe
2. Si existiera algo, no podría ser conocido.
3. Si pudiera ser conocido, no podría ser explicado ni comunicado a los demás.

Esto bien podría ser tenido por Nihilismo absoluto pero más presumiblemente por la intención de llevar al absurdo la filosofía de Zenón. En efecto, con gran habilidad, Gorgias intenta demostrar la coincidencia entre el ser, el pensar y la palabra destruyendo el principio fundamental de dicha escuela: identidad entre el ser y el pensar. Como fuere, Gorgias renunció al conocimiento objetivo y se despidió de la filosofía para dedicarse a la oratoria.

 
Prodico de Ceos Se hizo famoso por su actitud pesimista ante la vida, decía que una muerte temprana era un regalo de los dioses. Como otros sofistas, defendió el relativismo ético y desarrollo una teoría psicológica acerca del origen de la religión: los hombres primitivos veneraron aquello de lo que dependían sus vidas: el sol, el agua, el fuego; pero cuando comenzaron a desarrollar las técnicas, pasaron a adorar a los inventores de las mismas, por ejemplo, adorar a Dionisio como el inventor del vino.


Hipias de Elis. Este sofista se destacó por lo enciclopédico de sus conocimientos. Consideró la ley no solo como convencional sino que incluso llegó más lejos: afirmó que era contraria a la naturaleza, por lo que reclamaba la autarquía del individuo y la rebelión contra las leyes que siempre oprimen a los más débiles. Así Hipias se opone a Protágoras en el sentido en que para éste la ley es una consecuencia de la naturaleza, mientras que para Hipias, la ley va en contra de ella, porque se hace necesario volver a la naturaleza.

 
Calicles. A la muerte de Pericles las discusiones acerca de la ley y el derecho se intensificaron notablemente. Algunos defendieron la doctrina del derecho natural del más fuerte. Calicles afirmaba que la ley había sido dada para proteger a los débiles; pero la naturaleza (tanto en los animales como en los humanos) hace que los fuertes dominen a los débiles, lo cual es lo justo.

Licofron. Defendió el derecho natural del débil, declarando la igualdad natural de todos los hombres considerando la aristocracia de nacimiento como algo injustificable. Afirmó que "la naturaleza no ha hecho a nadie esclavo" y se cree que habría iniciado un movimiento de emancipación cultura y política de la mujer (algo de esto se menciona en las comedias de Aristófanes)

Trasímaco sostiene, entre otras ideas, que lo “justo” (el cumplimiento de las leyes) es en realidad una imposición de los gobernantes en vistas de su propia conveniencia. Negando una concepción trascendente de justicia, considera que ésta es el medio del que se vale el que manda para obtener provecho del que obedece. En la concepción antropológica de Trasímaco, el hombre es interpretado como un ser esencialmente egoísta, poseído por una sed de poder. Admite que hay personas justas que se someten pasivamente a intereses ajenos, pero los considera los eternos perdedores de todas las interacciones humanas.